ablar
de adolescencia no es simplemente hablar de una etapa del desarrollo, la cual,
muchos hemos cruzado, otros olvidado, y algunos más aun permanecemos allí.
La
adolescencia es un estado físico y psicológico al cual accedemos de forma
involuntaria pero sí con la interacción del medio que nos rodea, incluyendo
nuestro pasado y presente.
Los
hijos se crean a partir de una relación sexual, o surgen en la mente de cada
hombre y mujer desde antes de que ellos mismos lo planeen? Cuántas personas,
antes de planear tener un hijo, incluso antes de tener una pareja estable, ya
han pensado en el nombre que tendrán sus hijos, cuantos serán, que sexo
tendrán, a que equipo de futbol “le deben ir”, que profesión estudiarán y hasta
como los vestirán.
Los
nombres propios son sustantivos que se usan para designar a personas, lugares o
cosas con un nombre singular. Hacen referencia al efecto de nombrar. Nombrar es
designar o determinar lingüísticamente un objeto o experiencia del mundo como
tal, por tanto de manera única e irrepetible. Por qué mis padres eligieron mi nombre? con el que me dieron un lugar donde
existir. Qué pasaría si nadie nos nombrara, si nadie nos diera un nombre
propio. Podrimos emerger como sujetos o seriamos sustancia amorfa creciendo sin
siquiera percibirlo.
Podemos
pensar que para entender a los adolescentes, debemos entendernos a nosotros
mismos, pues nosotros seremos los creadores de ese sujeto que recorrerá un
largo camino desde su nacimiento hasta convertirse en adulto.
En
mi experiencia clínica con niños/adolescentes, me ha llamado la atención los
quehaceres psíquicos, que cada uno de ellos ha realizado en su momento y a su
posibilidad, para confrontar los duelos que se van presentando en su
desarrollo. Duelos por “el cuerpo de niño, por la identidad infantil, por la
relación de los padres de la infancia” (1, p. 17), y por su bisexualidad (1, p.
11).
Conforme
el desarrollo biológico avanza el desarrollo psíquico puede no ser capaz de
seguir el ritmo, lo cual confronta al niño con un mundo desconocido llegado a
él de forma abrupta; si a esto agregamos unos padres con dificultades propias
para afrontar este proceso, el camino se hace más tortuoso.
Los
padres piden terapia para sus hijos porque éstos tienen “malas calificaciones”,
son “inquietos”, “no obedecen”, “se la pasan en los videojuegos o Facebook”,
etc. Pero, ¿en realidad es lo que más les preocupa? “El síndrome normal de la
adolescencia es un proceso perturbado y perturbador para el mundo adulto” (1,
p. 10). Por qué se resquebraja la vida adulta “equilibrada” ante el
adolescente?
El
adolescente “no está en comunicación con el adulto de manera natural, ni feliz”
(2, p. 84). Qué fantasías pueden despertarse en los padres durante la
adolescencia de sus hijos?
Todos
hemos pasado por la adolescencia y en el mejor de los casos la hemos dejado
atrás para evolucionar a la madurez. Entonces, por qué parece que los padres
“olvidan” esa etapa y se les presenta como algo nuevo, desconocido y
misterioso. Será que es su propia negación ante una etapa del desarrollo mal
lograda o con “cicatrices” que aun duelen. O es un intento de corregir sus
propias etapas (proyectadas y re-vividas en sus hijos) que en su momento no se
atravesaron de manera “optima”.
“El problema
esencial del mundo del adolescente es la crisis de identidad y es un área de
confusión que recubre todas las otras confusiones” (2, p. 87). Y si a esta
crisis de identidad agregamos que los modelos que ofrecemos al joven no son del
todo adecuado podemos imaginar las consecuencias. Cuantas veces no hemos
escuchado a un padre diciéndole a su hijo “no fumes, es malo para tu salud”
mientras enciende un cigarrillo. Y si aquel adolescente osa confrontar a ese
experimentado padre cuestionando su tabaquismo, éste responde algo así “porque
yo lo hago y sé que no es bueno, por ello te lo digo para que tú no caigas en
lo que yo”.
A
veces se escapa que los adolescentes se encuentran “flotando” entre tres
comunidades: “el niño en la familia, el mundo de los adultos y el mundo de los
adolescentes” (2, p. 88), pero que también puede decidir ser un “adolescente
aislado” (2, p. ibib) si su paso por dichas comunidades no le ofrece una
identidad segura y por el contrario le reafirma que “es un individuo que se ha
hecho solo y que tiene una misión única en el mundo” (2, ibib).
También
creo que el duelo de los padres por perder al hijo puede tener cierta
influencia en la aparente incomprensión hacia sus adolescentes, pues el
desarrollo fisiológico-psíquico de éstos confronta a aquellos con la “crueldad”
del tiempo.
Trato
de enfatizar la importancia de los padres (o su función), principalmente en los
primeros años de vida del individuo.
Sí
durante la infancia/adolescencia hay más preguntas que respuestas acerca de lo
que nos sucede, de quién somos, y muchas otras conflictivas psicológicas. Y sí
sabemos también que muchos adultos no hemos podido manejar esos conflictos
psíquicos de una manera “aceptable”. Por qué no suponer que dichos conflictos
de nuestros hijos son una re-vivencia de los propios, que nos hacen entrar
nuevamente en crisis y pánico.
Así,
podrimos entender el esfuerzo de algunos padres por negar sus propios
conflictos reaparecidos en sus hijos los cuales de alguna forma se habían
dejado en un rincón oscuro donde no puedan ser vistos ni tocados. “El mundo de
los adultos no acepta las fluctuaciones imprevistas del adolescente sin conmoverse,
ya que reedita en los adultos ansiedades básicas que habían logrado controlarse
hasta cierto punto” (1, p. 11).
“Los
padres viven los duelos por los hijos, necesitan hacer duelo…” (1, p.19).
Duelos que pueden ser muy dolorosos “si el adulto no tiene conscientes sus
problemas…” (1, ibib.) No intento criticar la función de los padres, sino
fortalecerla dentro y fuera del consultorio para el bienestar del
niño/adolescente. Pues “el adolescente provoca una verdadera revolución en su
medio familiar y social” (1, p. 19).
Sería
importante que los padres pudieran tener su propio espacio para ayudarles a
separar sus angustias, fantasías y conflictos psíquicos, de los de sus hijos.
Pues no hay que olvidar que “no sólo el adolescente padece éste largo proceso
sino que los padres tienen dificultades para aceptar su crecimiento a
consecuencia del sentimiento de rechazo que experimentan ante la genitalidad…”
(1, p.17).
Marzo,
2016
1. “La Adolescencia Normal. Un enfoque psicoanalítico”
Aberastury, A. Knobel, M.
Paidós Educador. 4ª reimpresión.
2. “Adolescencentes”
Meltzer, D. Harris, M.
PATIA Editorial. 1ª ed.
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