Para entender lo que es la adolescencia debemos
comprender su historia previa, considerarla como un proceso, una evolución, y
no simplemente un paso más. Un desarrollo enmarcado por la cultura y la
sociedad.
Por otro lado no podemos olvidar que lo
psico-biológico juega un papel determinante en esta etapa. El despertar sexual
es parte importante de la adolescencia, y una situación complicada para los
padres y los mismos adolescentes.
Desde aquí podemos ir imaginando lo complicado de
la situación, el por qué para algunos (o todos) padres, la adolescencia es una
etapa “anormal”, olvidando que es la transición del niño al adulto. Pero que
insisto, esta transformación no es automática, ni mucho menos inmediata. En la
adolescencia el individuo se cuestiona acerca de sí mismo, abandonando así su
autonomía infantil y al mismo tiempo proyectándose en el futuro como adulto. La
adolescencia es un proceso universal, de desprendimiento que será influenciado
por el medio donde se desarrolle.
Si logramos entender al adolescente quizá
podremos dejar de tratarlo como un adulto, pues aún no lo es, y lo será a su
tiempo sin importar cuanto deseemos forzar ese paso. La adolescencia es la
etapa de la vida donde el individuo busca establecer su identidad como adulto
usando como base sus relaciones del pasado (padres, familia) y el medio
ambiente actual que le rodea, al tiempo que tramita el duelo de abandonar su
infancia.
¿Qué es la normalidad? Puede ser difícil señalar
el límite entre lo normal y patológico durante la adolescencia. Más aún, parece
que lo anormal sería que hubiera un equilibrio en ésta etapa, pues la confusión
reinante es expresada a través de muchos conflictos emocionales, sobre su
sexualidad, de comportamiento, de comunicación y de pensamiento. La intensidad
del “desequilibrio normal” en la adolescencia dependerá de las identificaciones
que se le otorguen al adolescente en épocas previas a esta, así como a la
capacidad que tenga éste de afrontar y aceptar sus propios cambios físicos y
psíquicos.
De esta manera podríamos describir la
sintomatología de la adolescencia de la siguiente manera:
1. Búsqueda de sí mismo y de la identidad.
2. Tendencia grupal.
3. Necesidad de intelectualizar y fantasear.
4. Crisis religiosa.
5. Desubicación temporal.
6. Sexualidad.
7. Actitud social.
8. Contradicciones de la conducta.
9. Separación de los padres.
10. Fluctuaciones del humor y el estado de ánimo.
Búsqueda de sí mismo
y de la identidad.
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Desde este punto es donde nuestros adolescentes
comienzan a buscar y crear su autoconcepto (conocerse a sí mismo) y una
identidad adulta. Pero tratemos de imaginar lo que siente un niño que nota que
su cuerpo ya no es infantil sino más parecido al de los adultos. El adolescente
puede ser un niño mentalmente hablando atrapado en un cuerpo casi adulto.
Entonces, qué se es, un niño o un adulto? Ahora agreguemos el medio ambiente
(familia, escuela, sociedad, etc.) que rodea a éste individuo, donde muchas
veces es difícil que se sienta entendido.
De todo este mar de dudas es de donde debe
crearse una identidad propia, identidad que le permite nombrarse a sí mismo y
“ser alguien”. Es por ello que a veces a falta de modelos “positivos” con los
cuales crear su propia identidad, se eligen modelos “negativos”, pues es
preferible ser alguien “negativo” a no ser alguien.
El adolescente vive sus cambios físicos como
aterradores, por lo que la búsqueda de la identidad puede comenzar por
encontrar patrones externos con los cuales resultar similares, p. ej. el vello
facial.
El adolescente está luchando por ser el mismo, y
los padres parecen ser sentidos como una fuerza en contra de esa lucha. Pero
esos padres continúan existiendo en el inconsciente del muchacho (educación,
costumbres, ejemplos, etc.), donde sin percibirlo, los utiliza para seguir
avanzando en la búsqueda de su propia identidad.
Tendencia grupal.
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En esta fase el joven se encuentra “disociado”
mentalmente hablando, lo que le impide valorar y reconocer su participación en
los sucesos que le rodean. Es por ello que en ocasiones el adolescente parece
independiente de los adultos, pero en otras sumamente dependiente de ellos.
Por este pensamiento “disociado” y por su
búsqueda de uniformidad, los padres parecen convertirse en los enemigos, y el
grupo adolescente en el mejor lugar para existir.
Necesidad de
intelectualizar y fantasear.
Mecanismos defensivos típico en la adolescencia
contra la frustración, la impotencia y el dolor que resultan de “ser arrojado”
a un lugar desconocido y no deseado, y tener que perder aquel lugar
“paradisiaco” llamado infancia.
De esta manera el adolescente intenta mantener el
control de todos los cambios desequilibrantes que le han llegado abruptamente.
Es cuando surgen los adolescentes protestantes, filosóficos, poetas, anarquistas,
etc.
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Crisis religiosa.
Ateo o muy fervoroso, con diferentes
fluctuaciones y tonalidades. Esto relacionado con la búsqueda de identidad y la
aparición de la posibilidad de muerte en su medio (la de él o la de sus
padres). La religión puede ofrecer la posibilidad de mantener, aunque sea en
“espíritu” a los seres queridos y a una parte de sí mismo, lo que disminuye su
angustia por los cambios abruptos de los que hemos hablado.
Desubicación
temporal.
El adolescente vive con cierta desorientación temporal,
para él todo es presente. No hay visión clara de futuro y el pasado parece
escaparse de su conciencia, lo que también, de cierta forma es una búsqueda de
tener el control del tiempo. El adolescente tiene dificultad para discriminar
entre niño-adulto, afuera-adentro, pasado-presente-futuro, por tal motivo su
mente intenta generar “su propio espacio y tiempo”.
Un adolescente “tiene mucho tiempo para estudiar
para el examen del día siguiente, pero urgencia de comprar la ropa para la
fiesta que se realizará en 3 meses”.
Estos cambios explican el aislamiento de muchos
jóvenes, y por qué parecen regirse por el tiempo vivencial (comer, dormir,
jugar, etc.).
Es como si el adolescente intentara congelar el
tiempo con lo cual evitaría que continuaran los cambios y le ahorraría
angustias.
Sexualidad.
Aparece la “exploración sexual (genital)”:
caricias, masturbación, relaciones sexuales.
Surge el enamoramiento apasionado. Emerge el
“amor a primera vista” y el “amor platónico” como una forma más de buscar identificación
o uniformidad.
La primera menstruación y la polución
(eyaculación) son marcadores biológicos con gran impacto psicológico. Son
situaciones no “pedidas” e incontrolables que vienen a confirmar la pérdida del
cuerpo e identidad infantiles, lo que deja más angustia y dolor psicológico en
el joven.
Durante la infancia, los niños no son hombre o
mujer, son niños simplemente, a ellos no les queda clara la diferenciación
sexual pues ambos sexos poseen cuerpos similares, por lo menos en el exterior.
Al llegar a la adolescencia la diferencia corporal es evidente a simple vista,
lo que genera una dificultad para saber cuál es el comportamiento
correspondiente a cada sexo. Por lo que proporcionar modelos de identificación
“masculinos y femeninos” se vuelven muy importantes en esta etapa.
Es normal encontrar periodos “masculinos” en las
chicas y “femeninos” en los chicos en lo que logran identificarse y
autodefinirse. Durante estas fases pueden haber “exploraciones homosexuales”
que no indican una homosexualidad real o definitiva.
Actitud social.
La familia influye en el comportamiento social.
La adolescencia es recibida de manera hostil por el mundo de los adultos.
En ocasiones la sociedad puede ser tan rígida y
estricta que orilla a la delincuencia juvenil, en otras ocasiones puede servir
de guía para el desarrollo de la madurez del individuo, la clave está en el
equilibrio.
La sociedad confronta al joven con lo evidente de
sus pérdidas, por un lado la de su infancia y por el oro, la de los padres de
la infancia que eran consentidores y protectores. Ahora el adolescente siente a
la sociedad (incluidos en ella a los padres) como crueles, desconsiderados,
injustos, etc. Lo que le hace sentir la necesidad de confrontar y así
protegerse a sí mismo.
En esta etapa la conducta está dominada por la
acción. El adolescente necesita actuar, incluso más que pensar detenidamente.
Eso no quiere decir que no se intente llevar una conducta mas “equilibrada”.
Esto es normal. Lo anormal seria que el
adolescente tuviera una personalidad lineal, sin altibajos. Es el mundo del
adulto quien no tolera estos altibajos en la conducta del adolescente y le
exige un comportamiento “adulto” que por su puesto aún no se tiene.
Separación de los
padres.
El Adolescente debe ir aceptando a sus “nuevos
padres”, reconocer que así como él ya no es un niño, sus padres tampoco siguen
siendo papás de un niño sino ahora son papás de un adolescente, con los cambios
en la relación que conlleva.
Pero este cambio a los “nuevos padres” puede ser
terrorífico para los progenitores más que para el adolescente. Resultando esto
en un intento por negar el crecimiento de los hijos infantilizándolos. Esto
puede hacer que los padres se vean poco valiosos como para ser modelos de
identificación por lo que el adolescente termina buscando dichos modelos en otro
sitio.
Para lograr una separación optima y
posteriormente un re-encuentro satisfactorio entre padres y adolescentes, la
infancia y toda la historia previa de cada uno es importante.
Fluctuaciones del
humor y del estado de ánimo.
En su intento de afrontar estos duelos, el
adolescente buscara acciones o situaciones placenteras, las cuales al ser
muchas veces complicadas por la sociedad o el medio ambiente que le rodean, le
hacen colocarse en un lugar aislamiento, enojo y aburrimiento. Se refugia en sí
mismo y en su mundo interno. Si no sucediere así, sería anormal (psicopatía).
Es por ello, que en general, el estado de ánimo
del adolescente es muy fluctuante, casi minuto a minuto. Pasando de la euforia
a la depresión profunda, y entre ambos estados por una gama de muchas otras
emociones y sentimientos.
Adolescencia = “Normal
anormalidad”